domingo, 5 de octubre de 2014

Una historia sobre La teoría de la evolución, una botella de anis y la navidad



! Hola a todos! hace mucho tiempo que no escribo nada, y eso que en verano me había prometido intentar poner orden en este blog y animarle un poco.

No me he vuelto loco, pero el otro día di una pequeña charla en un curso de formación de profesores sobre las teorías de la evolución y cuáles eran los puntos críticos y las nuevas ideas sobre evolución y no me pude aguantar comentarles que gracias a una conocida marca de anís española, las teorías evolutivas de Darwin tuvieron una gran publicidad en nuestro país.

Vicente Bosh y su hermano José, fundan en 1870 una fábrica de licores en Badalona, su anís recibió varios premios internacionales, registran la marca Anís del mono el 14 de Marzo de 1893

Bosch, notario y avispado empresario, aprovechó el debate que suscitaban las teorías de Darwin, para publicitar su marca como la más evolucionada. En la etiqueta, un primate  sostenía un pergamino que proclamaba: "Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento". Esta ciencia seria la teoría de la evolución que en  1859 Charles Darwin con su libro El origen de las especies".

Es muy curioso pero no parece casual que la imagen del rostro de la etiqueta se parezca a uno de los más populares retratos de Darwin . Algunos de los periódicos de la época y estudios posteriores comentan que se buscaba desacreditar la imagen de Darwin. Bosch decía estar en contra de la teoría de la evolución. De hecho, Vicente Bosch era conservador católico, y ello no parece muy coherente con ser darwinista en aquel tiempo,
En el libro de los anuncios del historiador Enric Satué y cito textualmente

“…quien realizó una auténtica obra de creación fue el padre político del propietario, el señor Sala, que se hizo cargo del diseño de la etiqueta. Sala, que era un amateur de las artes plásticas, se apresuró a crear un personaje que se adecuara a la hoy centenaria botella. El resultado formal (probablemente imprevisto), conlleva tal carga ideológica que convierte esta simple etiqueta, para decirlo sin ambages, en un panfleto político de lujo.
Para empezar, el personaje no se puede clasificar, en rigor, entre los monos. Se halla en un proceso de metamorfosis lo bastante avanzado entre primates y hombres como para atribuirle la pretensión de resumir por sí solo la teoría del evolucionismo, ferozmente rechazada en aquel tiempo. De acuerdo con el análisis iconográfico más superficial hay que considerarlo, sin duda, un diseño plenamente positivista y, en este sentido, políticamente revolucionario si tenemos en cuenta el contexto sociocultural de la época. Y decimos esto porque no se limita a caricaturizar un tema científico de actualidad polémica, sino que toma partido -¡y de qué modo!- a favor del darwinismo militante, es decir, del progresismo que representaban una serie de fuerzas opositoras muy heterogéneas: republicanos y federales, positivistas, anticlericales y anarquistas, etc.
(…) ¿Cómo es posible que durante aquella tempestad ideológica esa “ingenua” etiqueta de visible tendencia darwinista no fuera excomulgada, y ni el obispo, el gobernador o el ejército tomaran medidas para retirarla de la circulación? ¿Acaso el fino paladar del licor que contenía la botella tenía la facultad de amansar a las fieras? (…)

Bueno os estaréis preguntando: ¿Que tiene que ver en todo esto la navidad? pues en mis recuerdos de infancia mucho. Ya que las navidades las pasaba en casa de mis abuelos en Valladolid y ya sabemos que en esas fechas los humanos nos ponemos un poco tontos y cantamos villancicos a voz en grito después de haber bebido mis parientes más mayores el contenido de una botella de anís el mono y a continuación pasar a ser instrumento musical con el que dar la lata hasta las tantas de la madrugada. Pero unas navidades, no recuerdo cuales pero si sé que yo todavía era muy pequeño me dio por preguntar a mi tío que quien era el señor que estaba pintado en esa botella y la contestación me dejo estupefacto: ¡es un mono que de tanto beber de la botella se hizo hombre! no sé si mi tío estaba muy lúcido o totalmente achispado pero eso con el tiempo me hizo reflexionar porque según Don Julian el cura de mi parroquia además de que la bebida era camino de perdición, los hombres no podían venir del mono porque decía que les faltaba el hálito divino. Yo nunca supe muy bien que quería decir con eso del hálito divino aunque si era el mal aliento de un bebedor de anís al día siguiente entonces seguramente los monos debían ser más listos que nosotros.

Cuando fui creciendo y madurando, siempre me he preguntado porque muchas personas a pesar de decir que la teoría evolutiva era cierta, inmediatamente se apresuraban a precisar que los hombres éramos diferentes al resto de "criaturas" porque así lo quiso Dios. Por este motivo siempre me ha parecido una buena broma la de la botella de anís el mono, porque tengo la sensación de que la etiqueta al final nos recuerda a todos que en Navidades el hombre desciende del mono por la cantidad de monadas que hace cuando se bebe y se canta villancicos mientras se rasca el recipiente de la conocida botella.